Era un hombre muerto y como tal se comportaba.
Nació muerto, fue a un lúgubre colegio de niños muertos, y de mayor se casó in articulo mortis con una mujer que ni siquiera había nacido. Tuvo hijos que nacieron tan muertos como él, y que a su vez tuvieron más hijos muertos, formando así un interminable sepelio de seres inexistentes.
Al final de su largo deceso quedó inmóvil y apagado, miró a su alrededor, expiró y se fue como había vivido: muerto. Nadie lo echo de menos.